El proyecto global de Pastoret nace justamente de trasladar a la vista lo que ya era diferente y apreciable en sus productos lácteos. El placer que ofrece el sabor de un yoghourt fruto de una elaboración más cuidada y costosa estaba muy lejos de percibirse convincentemente desde la imagen proyectada por el producto. Había que corregirlo y, al hacerlo, crear una marca que se situaría en las antípodas de lo que parecía ser y no era.
El espacio que hoy crean los productos de Pastoret es tranquilo, sencillo, intemporal. Y, sobre todo, muy cualitativo: sólo con verlos, el consumidor anticipa la experiencia de saborear algo distintivamente bueno, tan cuidado y placentero como su aspecto.